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martes, 25 de mayo de 2010

Y quien devuelve a la vida las especies perdidas



Hay una sola palabra que define el desastre ecológico que viene ocurriendo en el golfo de México. "Desidia". Desidia de todos los involucrados en un proceso tan delicado de extracción off shore_ delicado para quienes tienen un mínimo de conciencia de lo que significa la biodiversidad, en constante amenaza_. Comenzando por los gobernantes de turno, como siempre, como en todas las latitudes, pasar por alto medidas de previsión en la instalación de proyectos de sumo riesgo, solo para incentivar la versatilidad de apertura en billetera del inversionista.


El caso del señor Bush, ya es patológico. Aun cuando esperábamos tanto que terminara su mandato por una serie de incoherencias que acompañaron su gestión, a pesar de su ausencia, hoy no logramos olvidarle porque los problemas causados le sobreviven. Si hubiese exigido reparos preventivos concretos en el contrato ante posibles fugas, la British Petroleoum quizás tendría hoy una tecnología adecuada para subsanar el siniestro y no estaría improvisando medidas -eximida de responsabilidades respecto al plan de emergencia-, las cuales hasta ahora no logran controlar absolutamente nada por tratarse de aguas profundas adonde solo puede accederse mediante robots, limitándose tan solo a maquillar la situación mediante el uso de dispersantes químicos que solo agravan más la amenaza para el ecosistema.


Vídeo 1

Derrame en el Golfo de México (Greenpeace, parte 1)

Lamentablemente la mancha de petroleo ya llegó a las costas de Luisiana y según información de Greenpeace España, al parecer está próxima a alcanzar las costas de Florida y Cuba pues, según imágenes de satélite, esta habría tomado ya la corriente de Lazo, y de tomar la corriente del Golfo, el crudo podría llegar incluso a las costas de Europa. Toda una tragedia que en lo que va del tiempo, más de un mes desde la explosión que mató a 11 operarios de la torre petrolífera Deepwater Horizon a más de 1500 mts de profundidad, no existe una solución que albergue alguna esperanza.



Mancha de petroleo en pleno crecimiento (fuente: BBC Mundo)


Pero las responsabilidades no se limitan a un mero accidente de trabajo, según AFP, British Petroleum habría ignorado hasta tres señales de alerta antes de la explosión que derivó en el derrame, el primero de los cuales se generó hasta 51 minutos antes del siniestro cuando el flujo comenzó a salir en mayores cantidades de las que eran bombeadas, lo cual aumentó la presión (detectado a 41 minutos del estallido). Lo lamentable de todo es que una de las opciones más factibles para reducir la enorme presión que dificulta cualquier empeño en sellar los ductos, la perforación de un nuevo pozo, todavía estaría listo en tres meses (ver vídeo BBC Mundo).


Y nuevamente se pone sobre el tapete todo lo perjudicial que resulta continuar con el uso de combustibles fósiles y muy en particular aquellos provenientes de los zócalos marinos, sin la certeza debida para afrontar catástrofes como la que les toca vivir a tantas especies de frágil ecosistema. ¿Hasta cuando esperaremos medidas concretas que vislumbren el inicio de un cambio de rumbo hacia el uso de energías más limpias, probadamente de gran eficiencia para satisfacer los requerimientos actuales, y sobretodo más seguras para los seres vivos, incluidos nosotros? ¿Esperaremos, como la flora y la fauna del Golfo de México, vivir un estado de emergencia tal en el cual tengamos que improvisar medidas de supervivencia, cuando ya poco o nada haya por hacer?


Vídeo 2

Derrame en el Golfo de México (Greenpeace, parte 2)


Foto 1: cortesía de Greenpeace Org. El petroleo se asienta en la arena en la desembocadura del Río Mississippi donde se encuentra el Golfo de México en Lousiana

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