Somos los hombres parte natural de un núcleo único de vida sobre la tierra, y aun aislados en nuestras burbujas de placeres presentes y añejos, cada daño, cada ofensa que nos infringimos los unos a los otros en pro de una noción prevaleciente de lo que entendemos por bienestar y mancomunidad, siempre individual, siempre irrebatible: la resiente en extremo al ser nosotros para ella, la naturaleza, y muy a pesar suyo, también su última frontera.
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