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lunes, 27 de abril de 2015

OSPAR: el convenio que busca asegurar la protección del Santuario Ártico.

Entérese del Convenio OSPAR que en los meses de mayo y junio estudiará la aprobación de la propuesta para asegurar un Área Marina Protegida (AMP) en aguas internacionales que ofrezca protección legal de casi una décima parte del Santuario Ártico.

Salvemos el Ártico 

¿Qué es OSPAR?


OSPAR es el instrumento legal que rige la cooperación internacional para la protección del medio marino del Atlántico Noreste. El nombre de OSPAR surge cuando se unen dos convenios anteriores sobre prevención de la contaminación marina: el de OSlo (sobre vertidos desde buques y aeronaves) y el de PARís (sobre vertidos terrestres). Entró en vigor en 1998.


El Convenio OSPAR es un mecanismo de obligado cumplimiento para las 16 Partes contratantes: 15 gobiernos de las costas occidentales y de las cuencas de Europa, junto con la Unión Europea, que cooperan para proteger el medio ambiente marino del Atlántico Nordeste. Las Partes contratantes son: Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Portugal, España, Suecia, Suiza, Reino Unido y la Unión Europea.

Mediante este convenio se regulan las actividades humanas que pueden tener un impacto negativo sobre los ecosistemas y la biodiversidad del Atlántico Noreste, a excepción de la pesca y a ciertas limitaciones al transporte. OSPAR también establece la aplicación del principio de precaución, el principio de quien contamina paga, el uso de las mejores técnicas disponibles y la mejor práctica ambiental.

La Comisión de OSPAR puede adoptar medidas legalmente vinculantes o recomendaciones a aplicar en toda la zona del convenio o en alguna de las cinco regiones en las que está dividida.

Para ello ha desarrollado e implementado cinco estrategias temáticas para hacer frente a las principales amenazas:
1 Diversidad biológica y ecosistemas.
2 Sustancias peligrosas.
3 Sustancias radiactivas.
4 Eutrofización.
5 Industria del gas y del petróleo en alta mar.

El cambio climático también se considera un tema relevante pero dentro de un contexto más amplio y transversal.

El papel de OSPAR en la protección del Ártico


La Convención de OSPAR puede jugar un papel fundamental en dar el primer paso para la protección del Alto Ártico.

Por un lado, OSPAR tiene relevancia geográfica para el Santuario. La Convención cubre aproximadamente una cuarta parte del océano Ártico. Esta zona se denomina Región I (Aguas Árticas) e incluye una porción del Santuario Ártico (ver Figura 2).

Por otro lado, tiene la herramienta legal para la declaración de reservas marinas en sus aguas. La estrategia Diversidad biológica y ecosistemas es implementada por el Comité de Biodiversidad (BDC, en sus siglas en inglés) de OSPAR. Dentro de sus áreas de trabajo se encuentran las áreas marinas protegidas, que bajo el Anexo V de la Convención pueden declararse tanto en aguas nacionales como aguas internacionales. Las propuestas de reservas marinas pueden provenir de las Partes contratantes o de observadores, como por ejemplo, ONG.

En 2014, WWF presentó a OSPAR una propuesta de Área Marina protegida que de ser aprobada supondría la protección del 8,3 % del Santuario Ártico que propone Greenpeace. Esta propuesta, denominada “Hielo ártico en alta mar” se localiza en el extremo más al norte de la Región I, dentro de aguas internacionales. La extensión total es de 232.650 km2, una superficie aproximadamente igual a la mitad de la España peninsular. Si se crease este Área Marina protegida, sería la décima más grande del mundo, por detrás de la Gran Barrera de Coral australiana.

En el escenario de cambio de hielo permanente (multianual) a hielo estacional (anual) se estima que esta zona permanecerá cubierta por hielo durante más tiempo que otras zonas del Ártico, por lo que la protección de este área significa la protección de las especies que viven en este ecosistema, o que forma parte de su ruta migratoria, así como la preservación del propio hielo y sus funciones para mitigar el cambio climático.

La declaración de esta reserva marina implica también la protección de esta zona frente a futuras amenazas que surgen con la desaparición del hielo marino, como la extracción de petróleo o la pesca industrial.

Pese a que la protección de las aguas internacionales es una asignatura pendiente de la comunidad internacional, no es algo nuevo para OSPAR. El área marina protegida Charlie-Gibbs y otros seis espacios protegidos, establecidas por OSPAR en 2010 y 2012 para proteger las cualidades naturales únicas asociadas a la dorsal oceánica mesoatlántica, fueron el primer conjunto de áreas de conservación establecido en aguas internacionales en el Atlántico Norte y la primera red de áreas protegidas de alta mar a nivel mundial. Tienen una superficie total de 470.000 km2 pero no cubren ninguna zona del océano Ártico.

De hecho, pese a abarcar cerca del 40% de la zona de influencia de OSPAR, el porcentaje de superficie protegida en la región de aguas árticas es el más bajo de todas las regiones de OSPAR. Las reservas marinas abarcan tan solo el 1,94% de la Región I. Otras regiones, como por ejemplo la Región II (mar del Norte superior), que es la que disfruta de mayor protección, tiene protegido un 13,8% de sus aguas. En términos de superficie, el Convenio de OSPAR cubre una superficie de 13,5 millones de kilómetros cuadrados (similar a la Antártida o 27 veces España). Sin embargo, la región ártica de OSPAR solo tiene protegidos alrededor de 100.000 km2, equivalente a la superficie de Andalucía o de Castilla y León.

En resumen, OSPAR tiene las únicas herramientas legales para proteger una zona del Santuario, antecedentes propios de protección de aguas internacionales y una propuesta sólida de área marina protegida en su Región I, la más desprotegida actualmente.

Queda en manos de la Comisión de OSPAR el aprobar esta propuesta y dar el primer paso en la protección del Ártico.

Reuniones de la Comisión OSPAR hacia la protección del Ártico.


La Comisión de OSPAR se reúne de forma anual. Este año se reunirá del 22 al 26 de junio en Bélgica, donde se decidirá si se asegura que el 8,3% del Ártico entre a formar parte de la Red de Áreas Marinas Protegidas de OSPAR. Una victoria histórica para el Ártico y para todo el planeta.

Entre el 2 y el 6 de marzo se reunió el Comité de Biodiversidad (BDC)61donde se estudió la validez científica de la propuesta de Área Marina Protegida en el Ártico y se acordó la creación de un grupo de trabajo para mejorar la propuesta a una zona con una dinámica tan particular como el Ártico de cara a su aprobación definitiva en los próximos meses.

Las próximas reuniones son claves para asegurar que la propuesta sea una realidad. El 6 y 7 de mayo, en Londres, se reúne el Grupo de Coordinación de OSPAR donde se trabajará el desarrollo de un plan de acción en la Región I (Aguas Árticas) de OSPAR. Este plan debe validar la propuesta de Área Marina Protegida en las aguas internacionales del Ártico. En la reunión anual de la Comisión OSPAR, que se celebrará en Ostende (Bélgica) entre el 22 y el 26 de junio, las Partes contratantes de OSPAR deberán comprometerse con la aprobación del Área Marina Protegida en el Alto Ártico de OSPAR en los próximos meses sin más retrasos ni excusas...


Lea el documento completo: "Ártico, el océano más desprotegido del planeta - Greenpeace"



jueves, 16 de abril de 2015

Camino a la COP21. En la recta final para un acuerdo climático. Por Rasmus Helveg Petersen*

La Unión Europea reducirá sus emisiones con al menos 40% para 2030... Dinamarca, con el 40% ya en 2020 y, a más largo plazo, de ser un país libre de combustibles fósiles en 2050. Dinamarca es un buen ejemplo de que la reconversión verde puede ir de la mano del crecimiento económico, y los esfuerzos climáticos no conllevan necesariamente cifras rojas en el resultado neto, ni para las empresas ni para los gobiernos. 


Por Rasmus Helveg Petersen, Ministro de clima, energía y edificación de Dinamarca.-

Cada año, París es la meta final de la carrera ciclista más dura del mundo, el Tour de Francia. En 2015, la capital francesa, además, es la anfitriona de la COP21, donde la meta es alcanzar un acuerdo climático global que entrará en vigor en 2020.
El acuerdo, que finalmente saldrá de la Conferencia de las Partes en Paris, tendrá que contrarrestar los cambios climáticos, advertidos por los científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, y en un plazo establecido limitar el aumento de las temperaturas a un máximo de 2 grados. En la práctica, se trata de reducir el riesgo de, por ejemplo, sequías e inundaciones, tanto en países en vías de desarrollo como en países como Dinamarca y España.

Al igual que el Tour de Francia, las negociaciones climáticas cuentan con casi 200 participantes. Y como el Tour, los participantes están divididos en grupos: hay países industrializados, países en vías de desarrollo, el G77, la Unión Europea, la alianza de pequeños Estados isleños, los Países menos desarrollados (PMD), etc. Cada país y cada grupo tienen diferentes posturas, y a falta de solo nueve meses para la COP21, sigue habiendo desacuerdos en lo que concierne a tres grandes cuestiones: la aportación de las diferentes partes, el común esfuerzo reductor de emisiones de CO2 y la financiación climática. Estas son las montañas más altas en la última etapa para llegar a un acuerdo en Paris.

Todas las partes están de acuerdo en que no se puede exigir lo mismo a todos los países. Los países más pobres y menos desarrollados no podrán, naturalmente, contribuir de la misma manera que, por ejemplo, los países de la UE, entre ellos España y Dinamarca. Sin embargo, la clasificación original utilizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, de “países industrializados” frente a “países en vías de desarrollo”, que asimismo define las obligaciones de cada país, está anticuada. Algunos países que desde 1992 han sido catalogados como “países en vías de desarrollo”, tienen hoy en día mayores emisiones y bienestar que algunos países catalogados como “países industrializados”. Para que el acuerdo de Paris sea suficiente y eficiente, los grandes emisores también deberán asumir contribuciones ambiciosas. Todos los grandes deben dar un paso hacia adelante y ayudar.

Hablo aquí sobre todo del esfuerzo reductor de emisiones y, con ello, el nivel de ambiciones del acuerdo de Paris. En la actualidad son pocos los países comprometidos a reducir sus emisiones de CO2, y esto no es suficiente si queremos solucionar el desafío climático global. España, Dinamarca y otros países comunitarios trabajan, por lo tanto, para lograr que todos los países reduzcan sus emisiones, en proporción, naturalmente, al desarrollo y a la capacidad de cada país. El acuerdo de París puede llegar a ser un gran e importante paso en la dirección adecuada, si logra crear un marco global y flexible que motive a todas las partes – y en especial a los grandes emisores – a ir aumentando sus ambiciones después de 2020. No obstante, también es necesario actuar con anterioridad al 2020, cuando es de esperar que entre en vigor el nuevo acuerdo global. Es la razón por la que Dinamarca, al mismo tiempo, trabaja sin descanso por aumentar el esfuerzo reductor de emisiones antes de 2020, poniendo el enfoque en soluciones concretas dentro de ámbitos como la eficiencia energética y las energías renovables.

La tercera gran cuestión versa sobre la financiación climática. Hay consenso en que los países con menos recursos reciban ayudas para concretar sus esfuerzos climáticos, tanto los esfuerzos reductores como los de adaptación. Lo que no hay, es un acuerdo sobre quién tiene que pagar cuánto y de dónde tiene que venir la financiación: muchos países en vías de desarrollo desean objetivos fijos para las futuras aportaciones de los países industrializados, mientras estos últimos, en general, atribuyen más importancia al hecho de que las aportaciones provengan de más países y de que se implique el sector privado.

En Dinamarca tenemos tradición de amplios acuerdos políticos en materia de clima y energía con participación de partidos de todo el espectro político, lo que ha creado unas condiciones marco estables para las inversiones verdes y el desarrollo tecnológico. Desde 2000 al 2013, casi triplicamos nuestras exportaciones de tecnología energética, de 3.350 a 9.370 millones de euros.

No me cabe duda de que una financiación pública seguirá siendo necesaria. Sin embargo, también es fundamental comprometer al sector privado y disminuir las inversiones en carbón y petróleo a favor de inversiones en energías renovables y eficiencia energética. Eso puede hacerse favoreciendo las condiciones marco para inversiones respetuosas con el clima. Es importante, por ejemplo, recortar las subvenciones globales a los combustibles fósiles que, a fecha de hoy, están muy por encima de las subvenciones a las energías renovables.

La Unión Europea y Dinamarca trabajan activamente a favor de que todas las partes contribuyan a un acuerdo en París a final de año y de que el este sea lo más ambicioso y flexible posible. La Unión Europea reducirá sus emisiones con al menos 40% para 2030, año para el cual también se tienen objetivos relativos a eficiencia energética y energías renovables. En Dinamarca nos hemos adelantado un poco con el objetivo de llegar a una reducción del 40% ya en 2020 y, a más largo plazo, de ser un país libre de combustibles fósiles en 2050. Un objetivo global similar en el acuerdo de Paris podría enviar una señal valiosa de que en el futuro el carbón y el petróleo serán cada vez más caros, mientras que las energías renovables se abaratarán. Esto podría ayudar a asegurar el cambio necesario en las inversiones privadas.


En Dinamarca tenemos tradición de amplios acuerdos políticos en materia de clima y energía con participación de partidos de todo el espectro político, lo que ha creado unas condiciones marco estables para las inversiones verdes y el desarrollo tecnológico. Empresas danesas son en la actualidad punteras en la producción de, por ejemplo, sistemas de bombeo, aerogeneradores y tecnología de eficiencia energética, todos ellos productos demandados a nivel global. Desde 2000 al 2013, casi triplicamos nuestras exportaciones de tecnología energética, de 3.350 a 9.370 millones de euros.

Por ello, opino que Dinamarca es un buen ejemplo de que la reconversión verde puede ir de la mano del crecimiento económico, y los esfuerzos climáticos no conllevan necesariamente cifras rojas en el resultado neto, ni para las empresas ni para los gobiernos.

Compartimos gustosamente nuestras buenas experiencias relativas a la reconversión verde. Colaboramos con las grandes economías emergentes, entre otras, China, Sudáfrica, Vietnam y México en temas de desarrollo e implementación de ambiciosos objetivos energéticos y climáticos. Esto beneficia al clima aquí y ahora, y espero que beneficie también a más largo plazo el nivel de ambiciones del próximo acuerdo climático.

Y precisamente la colaboración será la palabra clave en 2015. Nos encontramos en la recta final de las negociaciones para un acuerdo global en París, pero contrariamente al Tour de Francia, las negociaciones climáticas no son una carrera con ganadores y perdedores. Todo lo contrario. Todos los países tienen un interés en contrarrestar los cambios climáticos y en cosechar los frutos de la reconversión. Y todos tenemos que contribuir lo mejor que podamos para conseguirlo.

Fotode Rasmus Helveg Petersen: Ulrik Jantzen

"En la recta final para un acuerdo climático": Publicado por: Redacción EFEverde 9 abril, 2015

Conferencia Cradle to Cradle: La búsqueda de la ecoefectividad