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viernes, 5 de junio de 2009

"En medio de un planeta que se calienta"


Nubarrones que amenazan

La tragedia de estas dos décadas perdidas es que el mundo durante este período se ha movido de una situación en la cual aproximadamente un billón de personas impulsaban el problema en los países industriales- los Estados Unidos, por ejemplo, tiene el 4.6 por ciento de la población mundial pero da cuenta del 20 por ciento de emisiones de CO2 de combustible fósil- a la realidad actual en la cual población mucho mayores de países en desarrollo están a punto de empujar el problema hacia cauces mayores aun[8].

Las emisiones globales de dióxido de carbono producto de la combustión de combustibles fósiles y la producción de cemento ascendieron de 22.6 toneladas en 1990 hasta un estimado de 31 billones de toneladas en 2007- un trastabillan te 37 por ciento de incremento. Esto es, 85 millones de toneladas de dióxido de carbono vertidas en la atmósfera cada día- o 13 kilogramos en promedio por persona. El incremento anual de emisiones se disparó del 1 por ciento al año en los 90, hasta 3.5 por ciento entre el 2000 y 2007- con China dando cuenta de la mayor parte de ese extraordinario salto[9].

Entre 1990 y 2008, las emisiones de dióxido de carbono a partir de la combustión de combustibles fósiles en los Estados Unidos crecieron 27 por ciento- pero las emisiones en China se elevaron en 150 por ciento, de 2.3 billones a 5.9 billones de toneladas. Más súbito y dramático de lo que los expertos hubieran esperado, China y otros países en desarrollo vienen ingresando a etapas en la energía, intensivas en su desarrollo económico, y sus fábricas, construcciones, plantas energéticas y vehículos vienen consumiendo ingentes cantidades de combustible fósil. Tan reciente como el 2004, la Agencia Internacional de Energía proyectaba el 2030 como el año en que China pasaría a los Estados Unidos en emisiones. Ahora tal parece que la línea fue cruzada en 2006[10].

La aceleración de las emisiones no son los únicos factores de creciente preocupación. La deforestación tropical- estimada en 13 millones de hectáreas por año- viene sumando 6.5 billones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera anualmente. La selva tropical más grande del mundo, el Amazonas, está desapareciendo a un paso muy acelerado mientras los altos precios de la agricultura alientan el desmonte de tierras. Más alarmante aun, Los sumideros naturales de la tierra- sus océanos y sistemas biológicos- parecen haber perdido la habilidad de absorber una importante fracción de estas emisiones. Como resultado, el incremento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera se ha acelerado a la tasa más rápida nunca antes registrada[11].
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Los científicos son reticentes por naturaleza, y la complejidad del sobre calentamiento e inevitable incertidumbre del problema climático han dado lugar a producir estudios equivocados y de difícil interpretación que naturalmente han dado comodidad considerable a aquellos que sostienen que es demasiado temprano para actuar sobre el cambio climático. En el pasado año, sin embargo, unos pocos valientes científicos han dejado las reticencias de lado. Hablando en Washington en el vigésimo aniversario de su histórico testimonio, James Hansen tuvo una aguda advertencia a los políticos: "Si no comenzamos a reducir las emisiones de efecto invernadero en los próximos años, y tomamos un curso diferente, entonces estaremos en problemas... Esta es la última oportunidad[12]".

Los científicos del clima han descubierto una particular e inconveniente verdad: para el momento en que las predicciones definitivas del cambio climático sean adoptadas por consenso científico, el sistema climático puede haber alcanzado un punto de inflexión en el cual el cambio del clima comience a alimentarse por si mismo- haciéndose esencialmente irreversible por siglos en el futuro. La pérdida de hielo Ártico, por ejemplo, permitirá que más luz solar caliente el Océano Ártico, acelerando la acumulación paulatina de calor y poniendo en situación de riesgo la vasta plataforma de hielo de Groenlandia. Y hay indicios de que el rápido incremento de temperaturas en el Ártico viene derritiendo el llano Ártico (tundra) dejando escapar de paso, adicionales cantidades de CO2 y metano.

[Extracto del capítulo 1 "La tormenta perfecta", de Christopher Flavin y Robert Engelman publicado por World Watch Institute: "ESTADO DEL MUNDO 2009. En un planeta que se calienta". www.worldwatch.org/node/5984]

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