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miércoles, 22 de abril de 2009

Seis ojos en sincronía, seis cuestiones en avenencia, una sola respuesta y un cambio de actitud - Primera parte



A propósito del Día de la tierra que hoy celebramos y a decir de muchos, deberíamos celebrarlo cada día de nuestra pasajera existencia en este único refugio conocido en medio del universo adonde la vida discurre abundante y diversificada, tal como lo plantea la NASA en su página dedicada a la tierra, debemos proponernos ciertas preguntas que hagan de los problemas que aquejan a la propia tierra, una noción concienzuda de su real estado y en especial de sus posibilidades de solución en un futuro ya más cierto.



Y entre las seis importantes preguntas que esta importante entidad científica se plantea respecto de los cambios traumáticos que viene experimentando el planeta a partir de un, hasta hoy, poco consistente sentido de conciencia de la realidad en la cual vivimos, cabría iniciar el tema con otra de mayor simplicidad pero cuyo fondo denote una actitud existencialista como tabla salvadora a ese revertir de la situación que tanto buscamos y a cuyas aguas debiéramos zambullirnos sin contemplaciones como forma de expiación y de búsqueda de reconciliación con el hogar ofendido. Que hemos hecho para merecer tanto? Sería una primera pregunta a responder, si acaso fuéramos los terrícolas los únicos seres vivos en el universo, y porque empeñarnos en destruir aquello único capaz de protegernos de la extinción?_ y eso válido aun en el supuesto de que exista vida en algún confín remoto del universo, siendo aún que nuestra tecnología de navegación tripulada a grandes distancias se halla todavía en pañales.




Si hablamos de la NASA debemos hablar de aquella actividad que en la actual coyuntura es quizás la más importantes que realiza y gracias a la cual un gran sector de la sociedad_ en especial aquellos en pleno proceso de asimilación cognitiva como los estudiantes y estudiosos del tema_, viene cambiando sus percepciones y sensibilizando las formas de enfocar el problema del calentamiento global. Aquel asiduo programa de observación satelital A-Train instalado en colaboración con países como Canadá, Francia, Holanda, Reino Unido , y Japón, que consiste en un grupo de satélites debidamente coreografiados, destinados a orbitar la tierra y observar una misma porción de esta durante un espacio de tiempo de veintitrés minutos.




Aura, PARASOL (Polarización y Anisotropía de la Reflectancia para las Ciencias Atmosféricas acopladas con las Observaciones desde un Lidar), CALIPSO, Cloudsat, y Aqua son cinco de los seis satélites hoy en órbita observando suelos, océanos, plataformas polares y la atmósfera terrestre, mediante una valiosa dotación de instrumentos como: espectómetros, radiómetros, polarímetros y láser, los cuales proyectan o determinan distribuciones verticales debajo del grupo A-Train logrando una tremenda sinergia en la combinación de datos hallados. Por ejemplo, mediciones simultáneas de las propiedades de nubes y rastros de gas pueden ser estudiados para una mejor comprensión de la formación de nubes y aerosoles y sus interacciones con los gases cercanos al suelo dentro de la estratosfera. Esto será de enorme valor en la comprensión de las conexiones entre la química atmosférica y el clima.




Durante los pasados 50 años la población mundial se duplicó, el abastecimiento de granos se triplicó y la producción económica mundial creció siete veces. Desde el espacio se puede ver esa expansión de las actividades humanas ahora afectando la totalidad de la superficie terrestre, alterando los océanos y las masas de hielo. Durante los próximos 50 años, la población mundial está proyectada a crecer hasta 11 billones, ejerciendo aun mayores demandas de tierra habitable y recursos naturales y mucho más grandes influencias sobre el clima. La variabilidad natural en el sistema terráqueo ocurre en varias escalas espaciales temporales y asociadas, desde aquel fenómeno climático de corta duración (como los tornados), pasando por el ciclo diurno, fenómeno climático de periodos más largos como los sistemas frontales, para a continuación el ciclo anual (Las oscilaciones del Niño en el sur) y aun oscilaciones más duraderas (como la del decadal del Pacífico). Las escalas espaciales varían desde procesos globales tales como cambios en la circulación del thermohaline o regionales como es el proceso de derretimiento de las capas de hielo polar, hasta procesos de escala local como los manifestados por los aluviones y las sequías. La comprensión de aquellos procesos de escala variable y su interacción predispone la capacidad predictiva del sistema terrestre para informar decisiones de dirección de recursos y niveles múltiples de políticas.




Así, vivimos en un planeta que experimenta constante cambio debido a fenómenos naturales y a nuestras propias actividades. Para mantener y mejorar la calidad de vida sobre la tierra (v.g., soporte de desarrollo sostenible), necesitamos información global acerca del medio ambiente y su evolución futura. La observación global continua de la variabilidad y cambio son necesarias para revelar la variabilidad natural y las fuerzas involucradas, la naturaleza de los procesos subyacentes, y como son ellas acopladas dentro del sistema terrestre.







Por favor dar crédito de este ítem a:
NASA/Goddard Space Flight Center Scientific Visualization Studio

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