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Este es mi compromiso

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viernes, 29 de agosto de 2008

Agua, insensibilidad, impaciencia

Bien, a los hechos me remito y yo, con los consumos reflejados en los respectivos recibos de pago, puedo jactarme de un grado de concienciación que_ por ese bien colectivo tan buscado_, a todos auguro con tan solo un poco de decisión y sentido participativo.
Ya con la lectura de un mes completo de consumo, imprescindible para contar con una prueba objetiva de aquello que tanto pregonaba y a mi mismo se me hacía difícil de creer: puedo aseverar que soy un consumidor consciente y que durante diez meses, me vi obligado a pagar el 1,000 % de lo que relmente consumía (30 m3 por los 3 de mi real consumo), y todo por una legal pero amañada forma de asignar consumos ficticios por parte de las empresas involucradas en brindar y regular el servicio, y por no haber sido merecedor de la provisión de un medidor al momento de serme instalado el servicio producto de una independización de mismo.
Mi rutina con el líquido elemento no es poca cosa, tengo un pequeño vivero "aereo" en la azotea al cual proveo de agua religiosamente y que solo un concienzudo consumo puede permitirme el pago promedio ínfimo que a partir de ahora he comenzado a establecer. A partir de esta premisa quisiera ir ramificando el tema en en tres items cada uno vinculado uno del otro. La primera que tiene que ver con el agua y su propia problemática que tiene como base de apoyo el ahorro en el que la propia empresa proveedora del servicio probablemente ha de coincidir conmigo aunque desde otra perspectiva. La segunda tiene que ver y mucho con esta última y su pésimo sistema de interelación con el usuario, algo que a todas luces es originado por un mal generalizado de la Administración Pública y su no menos famosa burocracia que si de algo adolece en grado sumo es de esa imprescindible vocación de servicio y grado de concienciación para con el bien que administran o sabrían que con el ejemplo se concientiza mejor que con el solo verbo. La tercera que cae por propio peso tiene mucho que ver con la vocación ambientalista que debe subyacer en cada uno de nosotros para involucrarnos a sinceridad en los problemas que nos atañen pero que tal parece no alcanzamos a entender a plenitud, ese vínculo agua-planta-aire ultimamente tan venido a menos con el agravamiento del clima en su relación con los consabidos gases de efecto invernadero: aquella nuestra captura individual de un oxígeno inexistente a travez del cultivo de alguna o algunas plantas sin que _ como en el caso mío_, nada o muy poco tenga que ver la ausencia de un jardín de piso en la vivienda.
Y que tenemos que reprocharle a la empresa proveedora? Pues mucho, sino veamos la inmensa cola que se forma a la puerta de su area comercial_ una sola para variar, para una diversidad de problemas de diferente complejidad cada una con no menos de cuatro horas de espera antes de ser atendido, sí, así como lo lee, así su única intención sea la presentación de una simple solicitud_. Allí de nada sirve un trámite en proceso, cada día es un nuevo comienzo con sus cuatro horas invitándolo a tirar la toalla y desistir en su empeño por encontrar solución a sus problemas las cuales muchas veces resultan ridículas cuando en el camino se entera de problemas mayores que por su irracionalidad lindan más con el drama de gentes que por su condición precaria más parecen sus casos resultado de un acto gansteril de alguna firma, que de alguna omisión o falla técnica lógica en este tipo de servicios (Para hacer más explícita la crítica sería interesante que algún interesado hiciera llegar un somero recuento de su caso en la sección de comentarios, estando demás claro está la petición de un correcto y respetuoso planteamiento corroborado por una identificación plena del autor).
Los problemas de financiamiento deben ser confrontados por los canales respectivos y no siendo cargados mediante triquiñuelas a la cuenta del usuario como si este fuese un pordiosero suplicando un mendrugo de pan; porque desdibujar más la imagen ya tan deprimente de un sector público que más pareciera que su grado de eficiencia personal de su plana administrativa estuviera medido por el número de veces que logra hacer volver al usuario a su ventanilla hasta hacerlo desistir en su empeño, que por una hasta ahora útopica vocación de servicio tan ausente de lógica y de estima propia.
El caso que presento, tan gráfico, tan lleno de lógica, no da para mayores argumentos. La resolución final de la SUNASS conminándome a acudir al Poder Judicial como instancia suprema no sirve para nada pues y se va al tacho por propios medios cuando demuestro que durante ocho meses se me había estado tarifando 900% por encima de lo que realmente merecía, sacando como conclusión final de todo esto, que hay mucho que rectificar en esa modalidad de tarifas asignadas que imponen tanto a nuevos como a antiguos usuarios quienes buscando independizar sus servicios solo ayudan a una actualización que a todos conviene, incluída la proveedora. Y estoy seguro que no hay parangón en el Perú entero, de empresa alguna que habiendo facturado cobros excesivos, esté facultada a no devolverlos una vez rectificado su origen defectuoso, máxime, si era ella misma, la empresa la causante de tamaña anomalía...

Conferencia Cradle to Cradle: La búsqueda de la ecoefectividad